Hace unos meses se casó una de mis mejores amigas, a la cual conozco desde la secundaria… ¡uy, ya llovió! Cuando me enteré de su boda, me sorprendió mucho porque digamos que no es la mujer que hubiera deseado vestirse de “princesita” para cumplir ese requisito en el día más importante de tu vida.
Fue padrísimo ponernos al día en todo los detalles; pero lo más increíble para mí fue contar con su confianza para que la ayudara a darle el toque final a su invitación, porque, como buena diseñadora gráfica que también es, siempre es difícil terminar de darle ese look único y especial que llevamos cada novia y el tener que darle gusto a los demás… (y que no en todos los casos sucede).
El diseño e idea le pertenecen a Rocío Ramírez, quien se encargó de escoger la paleta de color, tipografías e iconografía y en lo que yo me enfoqué fue en el acomodo gráfico y en los formatos. ¡Fue increíble trabajar juntas!
El kit de boda consistió en el sobre, la invitación y los boletos de recepción / descarga app para el día tan importante. Debo confesar que ante la presión de un evento tan importante como éste, lo peor que puedes hacer es estresar a la novia, cualquier detalle no terminado satisfactoriamente se convierte en caos… Y en la producción del material no hubo manera de que doblaran y pegaran los sobres; así que me di a la tarea de diariamente doblar y pegar entre 25 y 50 sobres hasta terminarlos impecablemente. Esta es la verdadera vocación de un diseñador gráfico :)
Los presupuestos siempre son muy justos y entre todos vale la pena esforzarnos un poco para que todo quede impecable. Al final hasta su mamá ayudó en la rotulación (toda una tradición familiar, porque ella siempre se encargó de rotular las invitaciones de sus otros herman@s cuando se casaron) y realmente le quedaron lindas.
Al final, no podíamos dejar a un lado el toque de nuestro trabajo y así entregamos este proyecto. Gracias mi Chío por esta oportunidad.